Item 3: Interactive dialogue with the Special Rapporteur on violence against women and girls
Akãhatã
Gracias, Presidente.
Soy Carolina Calle, trabajadora sexual colombiana y mamá de Emiliano. Ofrezco mis servicios sexuales en la calle. Estoy muy orgullosa y agradecida de mi trabajo. La mayor violencia que sufrimos las personas trabajadoras sexuales está basada en el estigma, la discriminación y la persecución policial. Necesitamos que se reconozca el trabajo sexual como lo que es: un trabajo. De esta manera serían respetados los derechos humanos de nuestra población y se disminuirían los delitos de trata y explotación, y en el panorama más violento se podría identificar con mayor certeza el delito de explotación sexual de niñes.
Mi trabajo es tan digno como cualquier otro trabajo, son las condiciones indignas las que hemos tenido que soportar por la falta de reconocimiento de nuestro trabajo. Aunque es cierto que no todas quieren ser trabajadoras sexuales, también es cierto que no todas quieren ser secretarias o hacer aseo, así que nuestra decisión es tan válida como la de las personas que deciden no ejercer el trabajo sexual. Siempre exigiré mis derechos como trabajadora sexual porque yo también merezco derechos laborales.
Necesitamos hacer parte de todas las discusiones y decisiones sobre nuestras vidas y nuestros derechos - también en las Naciones Unidas.