Gracias, Presidente.
Soy trabajadora sexual. Mi nombre es Karina Bravo.
Agradecemos el informe de la Relatora y su evaluación de la falta de acceso a la justicia que sufren las trabajadoras domésticas migrantes. Como representantes de las comunidades de trabajadoras sexuales de todo el mundo, destacamos las dificultades que enfrentan las migrantes que realizan trabajos domésticos y migrantes que se dedican al trabajo sexual.
Las trabajadoras sexuales nos enfrentamos a obstáculos para acceder a la justicia, tanto como víctimas de delitos o cuando somos acusadas. La criminalización del trabajo sexual, el estigma y la discriminación, así como la corrupción y la violencia policial, también limitan el éxito de los enjuiciamientos y las condenas de los autores, así como el acceso a la indemnización y los servicios de apoyo a las víctimas.
Pedimos a los Estados miembros que incluyan a los trabajadores sexuales a la hora de garantizar que los servicios jurídicos sean accesibles con interpretación lingüística, y que formen a la policía, los jueces y los operadores de justicia en derechos humanos y género.
Los Estados miembros deben dejar de comparar el trabajo sexual con la trata. Cuando lo hacen, estamos sometidas a más violencia, más discriminación y una mayor vulnerabilidad y nos perjudica, no solo a las trabajadoras sexuales, sino también a las víctimas de trata. Y esto no combate la trata, sino que reduce nuestra capacidad para organizarnos y denunciar los abusos.
Al igual que el trabajo doméstico, el trabajo sexual es un trabajo. Merecemos los mismos derechos laborales y el mismo acceso a la justicia.
Gracias.